31 de mayo de 2018

El concepto de renta fiscal según Haig-Simons: los vasos comunicantes


La noción de renta fiscal desde el punto de vista económico encuentra en las aportaciones de Haig y Simons (H-S) la interpretación más asentada y extendida dentro de la doctrina hacendística. Sin embargo, la acepción de renta extensiva se ha convertido más bien en una referencia canónica de la que en mayor o en menor medida se alejan los criterios adoptados por los sistemas tributarios reales.
Para los economistas, cualquier cambio –se materialice o no en una corriente dineraria efectiva- que aumente el consumo potencial constituye renta. En su expresión más conocida, la renta (R) de una persona se define como la suma del consumo (C) y la variación neta de la riqueza (W) que tienen lugar entre dos momentos (R = C + Var. W). Desde otra perspectiva, la del origen de los recursos, la renta vendría dada por la suma de todos los rendimientos e ingresos, incluidas las herencias y donaciones recibidas, así como las plusvalías (realizadas o latentes).
No hace falta ser un experto en fiscalidad para tomar conciencia de que la definición de renta adoptada por la legislación fiscal responde a criterios más restrictivos.
La noción de renta H-S no solo se contrapone con la acepción tradicional de renta sino, de manera más radical, con la filosofía que subyace a una de las opciones fiscales más relevantes dentro de la teoría de la Hacienda Pública, el impuesto sobre el gasto personal (IG), concebido como un impuesto sobre el consumo de carácter directo y progresivo.
La comparación entre las dos opciones, impuesto sobre la renta e impuesto sobre el gasto, afecta a numerosos apartados y no se puede despachar a la ligera, pero lo que es la diferencia en cuanto al cómputo de sus respectivas bases imponibles es directa e inmediata. De los dos sumandos que integran la renta, C y VarW, la base del impuesto sobre el gasto únicamente computaría el primero, el consumo. Así, si determinamos separadamente ambas partidas, consumo y variación neta de la riqueza, su agregación nos permitiría obtener el montante de la renta en la acepción H-S.
Ahora bien, la simple agregación de los dos sumandos determinados de manera independiente puede llevar a una cuantificación incorrecta de la renta, si no se da un tratamiento adecuado a las posibles interconexiones entre el consumo y la variación de la riqueza. Es lo que se pretende poner de manifiesto en esta entrada, dirigida esencialmente a estudiantes de una asignatura introductoria a la teoría de la imposición.
A efectos ilustrativos se plantea un ejemplo simplificado basado en los siguientes supuestos relativos a una hipotética persona (cifras en unidades monetarias homogéneas):
  • Datos a 31-12-2017:
    • Saldos bancarios:1.000.
    • 10 acciones de la sociedad X, valor: 500.
  • Datos de 2018:
    • Sueldo:            2.000.
    • Intereses recibidos: 50.
    • Dividendos percibidos:150.
    • Venta de 5 acciones: 300 (valor de las 5 restantes a 31-12-2018: 400).
    • Compra de deuda pública: 500.
    • Saldos bancarios a 31-12-2018: 2.000.
    • Compra de un bien de consumo duradero (prorrateable en 5 ejercicios): 500 (valor a 31-12-2018).
La base imponible de un IG, en el ejercicio 2018, sería la siguiente:
    • Recursos disponibles = Saldos bancarios a 31-12-2017 + Sueldo + Intereses recibidos + Dividendos percibidos + Importe venta acciones = 1.000 + 2.000 + 50 + 150 + 300 = 3.500.
    • Usos no de consumo: Compra de deuda pública + Saldos bancarios a 31-12-2018 = 500 + 2.000 = 2.500.
    • Gasto bruto (consumo): 3.500 – 2.500 = 1.000.
    • Ajuste por bien de consumo duradero: -500 + 500/5 = -400.
    • Base imponible = 1.000 – 400 = 600.
      A su vez, la variación neta de la riqueza entre el 31-12-2017 y el 31-12-2018 se obtendría del siguiente modo:
      Elementos patrimon.        31-12-2017      31-12-2018     Variación
      Cuentas bancarias                    1.000               2.000               +1.000
      Acciones                                   500                    400                      -100            
      Deuda pública                                 0                   500                  +500
      Bien de consumo duradero              0                  500                   +500
      Total                                       1.500                 3.400                +1.900
      Si, a partir de la determinación de manera independiente del consumo y la variación de riqueza, procediéramos sin más al cálculo de la renta (H-S), obtendríamos: 1.000 + 1.900 = 2.900.
      Sin embargo, ha de tenerse presente que, dado que una parte del consumo, el correspondiente al bien de consumo duradero, se traduce en un activo inventariable, que forma parte del patrimonio personal, la simple agregación de C y VarW llevaría a un doble cómputo del importe del referido bien de consumo duradero. Consiguientemente, a efectos del cálculo de la renta (H-S) habría que detraerlo: 1.000 + 1.900 – 500 = 2.400.
      Dejamos al hipotético lector de esta entrada la comprobación de que la renta del individuo considerado computada desde la perspectiva de los recursos lleva efectivamente al mismo resultado.

27 de mayo de 2018

Las competencias financieras de la población española

En el mes de octubre del año 2015, con motivo de la instauración del Día de la Educación Financiera en nuestro país, el Banco de España anunció la realización de una macroencuesta sobre las competencias financieras de la población española. El pasado 25 de mayo, dicha institución, conjuntamente con la CNMV, hizo público el informe (“Encuesta de Competencias Financieras 2016”), elaborado por Olympia Bover, Laura Hospido y Ernesto Villanueva, autores de rigurosos estudios sobre los programas de educación financiera.

El documento, de 63 páginas, constituye la referencia más completa y actualizada acerca de los conocimientos y competencias en el ámbito de la cultura financiera en España, además de ofrecer una valiosa información respecto a los hábitos financieros y otros aspectos de interés de la población adulta española (personas de edad entre 18 y 79 años).

El estudio se enmarca dentro de un proyecto internacional auspiciado por la OCDE, por lo que, con vistas a la medición del nivel de los conocimientos financieros se adoptan tres preguntas básicas ya tradicionales en los estudios internacionales. A su consideración, en una valoración inicial, van dedicadas estas líneas.

Lo primero que habría que señalar, después de ponderar la relevancia y la utilidad del informe, y de constatar el alcance de los cuestionarios internacionales, es que nos quedamos, en cierta manera, con la miel en los labios. Limitar a tres preguntas el círculo de los conocimientos financieros a contrastar, a pesar de ser la tendencia imperante, se nos puede antojar un producto muy dosificado a tenor del despliegue de una encuesta semejante. Sobre todo después de haber vislumbrado otros cuestionarios, utilizados en otros contextos, con mayores dotaciones de preguntas (“Educación financiera y planificación fiscal: un enfoque metodológico introductorio”, WP-02/18, Instituto de Análisis Económico y Social, Universidad de Alcalá). No obstante, esa cicatería derivada de la adecuación a los estándares internacionales se ve paliada con la inclusión de otras tres preguntas sobre conocimientos económicos, a las que también nos referiremos luego.

Las tres preguntas “estrella” sobre conocimientos financieros son las siguientes (págs. 11-12 del Informe):

Inflación
Imagine que cinco hermanos reciben un regalo 1.000 €. Si comparten el dinero a partes iguales, ¿cuánto obtendrá cada uno?
Imagine ahora que los cinco hermanos tuvieran que esperar un año para obtener su parte de los 1.000 €, y que la inflación de ese año fuese del 1%. En el plazo de un año serán capaces de comprar: ¿más de lo que podrían comprar hoy con su parte del dinero, la misma cantidad, o menos de lo que podrían comprar hoy?

Tipo de interés compuesto
Supongamos que ingresa 100 euros en una cuenta de ahorro con un interés fijo del 2% anual. En esta cuenta no hay comisiones ni impuestos. Si no hace ningún otro ingreso a esta cuenta ni retira ningún dinero, ¿cuánto dinero habrá en la cuenta al final del primer año, una vez que le paguen los intereses?
De nuevo, si no hace ningún ingreso ni retira ningún dinero, una vez abonado el pago de intereses, ¿cuánto dinero habrá en la cuenta después de cinco años: más de 110 euros, exactamente 110 euros, menos de 110 euros, o es imposible decirlo con la información dada?

Diversificación del riesgo
Por lo general, es posible reducir el riesgo de invertir en Bolsa mediante la compra de una amplia variedad de acciones. ¿Verdadero o falso?

La primera pregunta sobre conocimientos financieros se refiere a la inflación y, en puridad, cabría etiquetarla más bien como propia de los conocimientos económicos generales. Como ya hemos apuntado en otro lugar, resulta ciertamente difícil delimitar inequívocamente los dominios estrictos de la educación financiera y, en particular, respecto a los conceptos económicos. Está precedida de una pregunta de cálculo elemental, cuyo carácter selectivo o no para pasar a la cuestión temática no se indica. Un 58% de los encuestados responde correctamente que la inflación resta poder adquisitivo al dinero, pero no dejan de ser llamativos los porcentajes de quienes contestan de forma incorrecta (33%) o no contestan (9%). No cabe suponer que entre quienes optan por una respuesta incorrecta se encuentren personas que quisieran discriminar entre cestas de consumo específicas en función de sus diferentes índices de precios particularizados. Sí resulta curioso que el grupo que tiene un menor porcentaje de respuestas correctas sea el de los individuos menores de 35 años, que no han conocido procesos de inflación significativa. En cualquier caso, una tasa de inflación del 1% anual no tiene el mismo significado en todos los países, por lo que esta pregunta está adaptada al entorno económico de cada país. Los finlandeses y los estonios, con un 83% de acierto, obtienen la máxima nota entre los países europeos.

La pregunta relativa al interés compuesto está precedida de otra centrada en el cálculo del interés simple. Algo menos de la mitad de encuestados (46%) contesta correctamente que el saldo final superaría los 110 euros (se supone que al encuestado le queda claro que el cálculo se refiere a un período de 5 años desde el inicio, y no a partir del primer año antes referido). Como en otros casos encontrados en cuestionarios sobre educación financiera, en realidad esta segunda pregunta puede responderse sin conocer la noción de interés compuesto. La respuesta puede obtenerse con la aplicación de la aritmética elemental. En Europa, son los noruegos quienes, con un 65%, alcanzan un mayor porcentaje de aciertos en esta pregunta.

La última pregunta sobre conocimientos financieros concierne a la noción de diversificación del riesgo. Pese a contemplarse solo dos respuestas, verdadero o falso, llama la atención que el porcentaje de aciertos no llegue a la mitad (49%) y, especialmente, el elevado porcentaje de personas que no responden (27%). En este tipo de preguntas, que buscan contrastar el grado de conocimientos o competencias, puede surgir el problema de que las respuestas se vean condicionadas por una falta de conocimiento o de comprensión de los conceptos subyacentes. En este caso, la naturaleza de la acciones como instrumento financiero. Podría ocurrir que personas que responden erróneamente o no responden en relación con la diversificación de riesgos (ventajas de no concentrar las inversiones en un solo valor) cambiaran su respuesta si conocieran adecuadamente las características de las acciones. Una pregunta previa tendría quizás aquí una clara justificación. Esto afecta a un problema metodológico relevante en el diseño de preguntas tipo test. Tiene sentido emplear ese enfoque en la evaluación de una disciplina académica (para contestar una pregunta se considera que se deben conocer previamente otros conceptos), pero hay que adoptar cautelas en otros supuestos. En Europa, los franceses y los lituanos (con un 75%) parecen los más avezados en la diversificación de riesgos.

Las preguntas sobre conocimientos económicos generales son (págs. 23-24 del Informe):

Dinero en metálico
¿Qué afirmación acerca del dinero considera correcta?: a) El dinero en metálico mantiene su valor cuando la inflación es elevada; b) El dinero en metálico hace más fácil comprar y vender bienes; c) El dinero en metálico hace que sea más difícil ahorrar; d) No sabe/no contesta.

Efectos de la inflación
¿Qué grupo se podría beneficiar más de un aumento inesperado de la inflación?: a) Un hogar que tiene una hipoteca a tipo de interés fijo; b) Un banco que ha concedido una hipoteca a tipo de interés fijo; c) Un hogar que vive de los rendimientos de activos de renta fija; d) No sabe/no contesta.

Producción de bienes y servicios
¿Quién determina qué bienes y servicios se producen en España?: a) Las empresas y los Gobiernos; b) Los consumidores y los Gobiernos; c) Las empresas, los consumidores y los Gobiernos; d) No sabe/no contesta.

También las preguntas sobre conocimientos económicos, aunque interesantes, nos parecen un tanto exiguas, de nuevo en el contexto de un estudio de una envergadura como el realizado. Sin que en modo alguno pueda entenderse como una crítica, la selección de este trío de preguntas y su formulación concreta podría ser objeto de algunas consideraciones.

Así, en el enunciado de la respuesta correcta a la primera pregunta (la opción b) no se menciona el término de comparación, como tampoco en la última opción; en realidad, tampoco respecto a la primera. Para un conocedor de estos conceptos lo anterior puede carecer de relevancia práctica, pero tal vez su omisión podría inducir algunas dudas en otras personas.

En la segunda pregunta se plantea qué grupo podría ser el mayor beneficiado ante un aumento inesperado de la inflación (opción a), cuando luego se especifican agentes individuales representativos. Por otro lado, la utilización implícita del “ceteris paribus” podría originar cierta confusión en algunos encuestados (¿qué se supone que ocurre en otros apartados que no se mencionan?). Asimismo, más que de beneficio podría ser más oportuno hablar de no perjuicio.

La última de las preguntas se centra en los agentes determinantes de los bienes y servicios producidos (opción c). Aunque solo sea por no dejar de hacer algún comentario, totalmente inocuo, cabría señalar que la denominación de “Administraciones Públicas”, en lugar de “Gobiernos”, podría ser más apropiada en el caso de España. Y, personalmente, quizás habría buscado otra forma de redactar la pregunta, que, en algún modo, evoca un cierto enfoque “orgánico” o “dirigista” en la adopción de las decisiones económicas.

En definitiva, bienvenida sea la “Encuesta de Competencias Financieras”, que está llamada a convertirse en una referencia imprescindible y de gran valor para el seguimiento del nivel de cultura financiera y de las pautas de comportamiento financiero de la población española. La consideración de la amplia batería estadística incorporada permite extraer importantes conclusiones sobre los comportamientos financieros de las personas adultas, desde diferentes perspectivas, e identificar aspectos clave para el diseño de acciones formativas en el campo de la educación financiera.

23 de mayo de 2018

“La llamada de la tribu”: La travesía intelectual de Mario Vargas Llosa

Siempre que he escrito una reseña de alguna obra, he procurado destilar la esencia de los contenidos que a mi juicio eran los más relevantes y, aparte de emitir mis apreciaciones sobre las aportaciones identificadas, también he intentado ofrecer una síntesis útil para algún hipotético lector que, por uno u otro motivo, aún no hubiera accedido, o no pudiese hacerlo, al texto original. Sin lugar a dudas, lo recomendable es que cada lector se sumerja de lleno en las páginas de un libro y complete su recorrido, de principio a fin. Sin embargo, no es menos cierto que una buena recensión, que sea entendible, objetiva, equilibrada, completa y sistemática, puede ser una valiosa ayuda para quien desee asignar eficientemente su escasa dotación de tiempo. Hay publicaciones que por su calidad, interés, minuciosidad, construcción u originalidad deben ser leídas y releídas en su integridad. Otras, sin embargo, aun las de considerable extensión, admiten un proceso de cribado sin incurrir en un excesivo -a veces incluso inapreciable- coste de oportunidad. La magnitud del valor añadido respecto a la producción total puede situarse en una proporción lo suficientemente moderada como para que, en lugar de una lectura completa, merezca la pena centrarse en una reseña, siempre, naturalmente, que reúna los atributos mencionados, lo que, desde luego, no es en absoluto un reto sencillo.

Después de completar la lectura -en realidad, ya en el transcurso de la misma- de “La llamada de la tribu”, tenía claro que renunciaría a la pauta habitual de plasmar los rasgos esenciales de su contenido con ese afán de facilitar una aproximación al mismo. Al margen de la relevancia de los temas planteados y de la altura de la incursión que el escritor peruano lleva a cabo, la propia disección de las obras de los pensadores seleccionados, en una a veces extensa pero apretada síntesis, no viene sino a añadir dificultad a la tarea y, por su calidad literaria, expositiva y argumental, también a desalentar cualquier intento de adaptación concisa. De ahí que la simple transmisión de la impresión suscitada, en primera instancia, por la lectura de dicha obra sea el único propósito acometido en estas líneas.

La obra se titula “La llamada de la tribu”. Puede tener fundamento, en tanto en ella se hace un recorrido por aportaciones intelectuales señeras acerca de los factores que marcan la dialéctica entre el retorno de la sociedad a los instintos tribales y el progreso hacia cotas cada vez mayores de civilización, progreso y libertad. En la interpretación popperiana, el espíritu de la tribu representa el anhelo por un mundo colectivo libre de responsabilidades individuales. Vargas Llosa no pretende realizar un tratado ni una historia de la doctrina liberal, sino una especie de rendición de cuentas personal acerca de los personajes que más han influido en la conformación de su pensamiento.

Si calculáramos el porcentaje que la prosa del Premio Nobel de Literatura representa sobre el caudal intelectual del septeto seleccionado, seguramente sería francamente exiguo. Lo sorprendente es que, aun siendo así, dentro de los confines de una edición de dimensiones relativamente menores, logre proyectar con tales dosis de destreza, conocimiento y pedagogía semejante patrimonio humanístico. Mario Vargas Llosa no se limita a un relato lineal de los registros creativos de ese peculiar elenco de pensadores, sino que sintetiza, destaca, traduce, contextualiza, interpreta y entrelaza sus diferentes hitos. Y todo ello sin esquivar las críticas y los distanciamientos, cuando procede, con cada uno de ellos, como prueba de su posicionamiento activo contra cualquier tipo de visión monolítica. Incluso a veces da la impresión de que extrema su celo por hacer hincapié en una serie de precisiones sobre sus posiciones, enfatizando, por ejemplo, su distanciamiento respecto al liberalismo de corte manchesteriano o proclamando adhesiones a interpretaciones de las crisis económicas típicas de la “corrección política”. No en menor medida incide reiteradamente en defender la idea de que, en lugar de su posible identificación con el conservadurismo, el liberalismo constituye la forma más avanzada de democracia.

El autor recoge en este libro los mimbres, los poderosos mimbres que impactaron en una mente, otrora refractaria y sectaria, para completar un viaje, y todo un viraje, ideológico e intelectual de gran relieve. Solo quien haya efectuado una transición similar, desde la espesura de una mente subyugada por los impulsos del corazón hasta la recuperación de todos los ángulos de visión, puede comprender la significación de ese proceso íntimo y la transformación que desencadena. Únicamente a partir de esa experiencia resulta posible valorar en su justa medida lo que representa la liberación de los fórceps intelectuales camuflados en un supuesto armazón científico puro y benefactor. Las ideas importan, para lo bueno y para lo malo. La historia acumula una amplia gama de experiencias que lo acreditan, a través de episodios muy distintos, unos de avance económico y social; otros, de muerte y terror.

He de reconocer que la obra reseñada me ha impresionado en muchos aspectos. La desenvoltura con la que Vargas Llosa se maneja en la exposición de algunos temas económicos, como en la sinopsis de los escritos de Adam Smith, no es el menor. Sus algo más de dos años de dedicación a este proyecto, aun a costa de sacrificar su producción novelística, han merecido la pena. A mi juicio, se trata de un magnífico compendio de las aportaciones de insignes pensadores, en buena medida infravalorados o cuasi-ignorados, en ciertos casos, dentro de las corrientes intelectuales dominantes, algunas de ellas con peligrosas tendencias monopolizadoras o excluyentes, desde la creencia de estar en posesión de la verdad absoluta. Es de admirar la lucidez y el valor de algunos de ellos en mantener, con todos los elementos en contra, posiciones de defensa de los fundamentos de una sociedad libre.

Esta genuina pieza literaria y filosófica contiene multitud de referencias valiosas para una sosegada reflexión sobre cuestiones básicas relacionadas con la evolución de la sociedad. Es una lástima no haber podido percibir en su momento la luz de ese pensamiento antidogmático, pero tal vez solo se aprende de verdad a partir de las vivencias concretas que a cada uno nos toca afrontar. También es una pena que Vargas Llosa no tenga ahora 50 años, pero quizás su visión actual no sería tan enriquecedora ni habría sido posible sin su larga travesía ideológica e intelectual en el camino hacia la plenitud de la libertad de pensamiento.

Según manifestaba en una entrevista concedida a la revista The Economist en abril de este año, en la que su interlocutor aludía a la falta de un capítulo de conclusiones, el autor lo considera “un libro abierto como la sociedad abierta de Popper, que puede continuar renovándose a sí mismo, reintegrando, modernizando capítulos que pueden ser añadidos”.

No sabemos si veremos una próxima edición revisada y ampliada de “La llamada de la tribu”. Lo que sí queda claro es que, afortunadamente, seguirá expandiéndose el arsenal creativo de Mario Vargas Llosa, quien declara que espera continuar escribiendo “hasta mi último día… Espero morir con la pluma en la mano. Esto sería parte de mi ideal… continuar como si uno fuera inmortal y que la muerte llegara de repente como un accidente”.

20 de mayo de 2018

El nuevo impuesto digital


“Establecer impuestos y agradar no está al alcance de los hombres”, dejó dicho, hace ya varios siglos, Edmund Burke. Sin tratar de cuestionar el fondo de esa acreditada regla empírica, podrían efectuarse algunas consideraciones. Una referente a la inexistencia de brecha de género en esa faceta, y otra, a la constatación de que hay diferencias de grado. No es lo mismo proponer un impuesto que afecte a todos los asalariados que otro centrado en los potentados o en las sociedades anónimas. Lo saben bien los políticos a la hora de formular propuestas impositivas, que suelen acompañar de la información sobre el destino de la recaudación. La reciente decisión del Gobierno español para implantar un nuevo impuesto digital para ayudar a cubrir el déficit del gasto en pensiones representa un caso paradigmático.
Sin embargo, un precepto básico para juzgar la idoneidad de un impuesto (recuérdese, un tributo sin contraprestación) es analizarlo en sí mismo, con independencia del destino que decida darse a la recaudación. Se trataría, en suma, de dilucidar si el impuesto está justificado en términos de justicia, efectos económicos y aplicabilidad práctica.
La nueva economía digital implica un importante desafío a las reglas y prácticas fiscales vigentes, diseñadas para una economía basada en bienes y servicios “reales” en un entorno de escasa integración. Gracias a su capacidad de actuación a escala global, las grandes corporaciones, especialmente las digitales, tienen la posibilidad de minimizar su carga tributaria aprovechándose de las divergencias entre los regímenes fiscales nacionales. El traslado contable de gastos a jurisdicciones de alta tributación y el de ingresos a las de baja tributación permite a las multinacionales eludir parte de sus obligaciones fiscales. El Plan de acción contra la erosión de bases impositivas y el traslado de beneficios (BEPS, por sus siglas en inglés), impulsado por la OCDE, pretende poner coto a ese problema mediante una solución mundial consensuada.
En este contexto, la Comisión Europea viene trabajando en la búsqueda de soluciones para garantizar una contribución tributaria justa de las multinacionales cuyas actividades se basan en transacciones online. Una iniciativa, concebida a largo plazo, aspira a reformar las reglas del impuesto sobre sociedades a fin de que los beneficios tributen donde verdaderamente se generan. Otra consiste en la aplicación, a corto plazo, de un impuesto transitorio que cubra las principales actividades digitales que actualmente son más esquivas a la tributación.
La escasa o nula tributación por parte de las compañías tecnológicas, en contraposición con las firmas locales con una actividad económica material, implica el disfrute de una subvención implícita. La Comisión Europea señala que los grandes operadores tecnológicos soportan, en promedio, un tipo efectivo del 8,5% en el impuesto sobre sociedades, menos de la mitad del afrontado por los modelos empresariales tradicionales (21%).
El impuesto interino propuesto va orientado a gravar los ingresos de aquellas empresas digitales cuyos ingresos mundiales anuales superen la cifra de los 750 millones de euros y que obtengan ingresos superiores a los 50 millones de euros en la Unión Europea (UE). Se estima que el tributo generaría unos ingresos anuales del orden de 5.000 millones de euros (para el conjunto de los Estados miembros de la UE) si se aplica con un tipo de gravamen del 3%. Un principio clave que inspira la nueva figura impositiva es tratar de ir hacia un sistema donde las compañías digitales paguen sus impuestos allí donde están localizados sus usuarios, en vez de donde aquellas tienen presencia física.
El hecho imponible del tributo comprende diversas categorías de ingresos: i) por publicidad digital; ii) por cuotas de suscriptores; iii) por venta de datos personales de los usuarios; y iv) por actividades de intermediación que permiten a los usuarios interactuar entre sí y facilitar la compraventa de bienes y servicios entre ellos. Al margen de las organizaciones excluidas por los umbrales señalados, se prevén exenciones para el comercio electrónico y para los grupos de medios y telecomunicaciones.
Como se recordaba al inicio de este artículo, todavía está por ver algún impuesto que disfrute de un respaldo unánime. En este caso, no han faltado posiciones contrarias ni apreciaciones críticas sobre sus posibles consecuencias. Así, de entrada, algunos estudios cuestionan las estimaciones del tipo de gravamen efectivo de las corporaciones tecnológicas barajadas por la Comisión Europea, además de esgrimir que tales corporaciones utilizan los servicios públicos en menor medida que las empresas convencionales. Por otro lado, se ha subrayado  que se trata de un impuesto discriminatorio y que gira sobre los ingresos y no sobre los beneficios. Para una entidad con un margen de beneficio del 3% sobre los ingresos obtenidos, un tipo de gravamen del 3% sobre los ingresos representaría un impuesto sobre los beneficios del 100%. Asimismo, se ha advertido de la posibilidad de que las empresas, particularmente aquellas con gran poder de mercado, trasladen el coste extra sobre sus clientes o usuarios.
En fin, el primer ministro de Luxemburgo, uno de los seis Estados miembros de la UE señalados por permitir prácticas de elusión fiscal agresiva, ha manifestado que la elevación de la carga tributaria de las multinacionales podría dar lugar a un repliegue de algunas de sus sedes a sus países de origen. Dado que no se alcanza la unanimidad dentro de la UE, se prevé recurrir, como en el caso del impuesto sobre las transacciones financieras, al procedimiento de la cooperación reforzada entre los países partidarios.
En la actualización del Programa de Estabilidad 2018-2021 del Reino de España se recoge expresamente la propuesta de creación de un impuesto sobre determinados servicios digitales con arreglo a los principios de la Directiva europea en ciernes. Las estimaciones presupuestarias son de 600 y 1.500 millones de euros para los años 2018 y 2019, respectivamente. Antes que España, Italia, Hungría y Eslovaquia ya estaban en fase de aplicación del nuevo gravamen, que se encuentra un tanto alejado de los cánones de la imposición, a lo que contribuye su declarada vocación diferenciadora y de interinidad.
(Artículo publicado en el diario “Sur”).

16 de mayo de 2018

Las pensiones y el doctor Pangloss

Según los últimos sondeos de opinión, las pensiones públicas han escalado posiciones dentro de las preocupaciones de la población española. Sería absurdo pretender negar que existe un serio problema con las pensiones públicas, un problema de carácter estructural, no pasajero, que no va a resolverse de forma automática. Pero no es menos cierto que su percepción social se ve dificultada, si no distorsionada, debido a la falta de una pedagogía sobre el sistema de prestaciones públicas.

El propósito de este artículo es poner sobre la mesa una serie de cuestiones básicas a fin de disponer de algunos elementos necesarios para evaluar la situación y vislumbrar las posibles soluciones. Se parte de una premisa: la consecución de las mejores condiciones de vida para los pensionistas es un objetivo que no admite ningún reparo. ¿Quién podría oponerse a tan loable aspiración? Ahora bien, sería irresponsable prometer niveles de prestaciones sin tener en cuenta si los costes asociados son asumibles por el conjunto del sistema de protección social.

He aquí las cuestiones que se propone abordar en una primera aproximación:

1. La naturaleza de un sistema de reparto: En este sistema, las prestaciones de los jubilados se cubren con las cotizaciones sociales de las personas activas en cada momento. Se trata de un sistema que ha funcionado bien cuando ha habido una adecuada relación entre los cotizantes y los pensionistas. Sin embargo, cuando, como consecuencia de las tendencias demográficas y laborales, los flujos de entrada de las aportaciones no resultan suficientes para atender los compromisos, se originan déficits (18.000 millones de euros en 2017). Es algo parecido a lo que ocurre en los esquemas piramidales, en los que todo parece cuadrar mientras sigan entrando partícipes suficientes.
2. La exigencia de una prestación definida: Una vez calculado el importe de la prestación, ésta queda garantizada de por vida. Todo el riesgo recae en el asegurador, que se ve obligado a atender los compromisos contraídos con independencia de los recursos con los que pueda contar para hacerles frente. En cambio, con un sistema de aportación definida, el monto de la prestación dependerá de la suma que se haya acumulado y del tipo de interés en el momento de calcular la pensión, así como del tiempo estimado en que ésta tendrá lugar.
3. La relación entre las aportaciones y las prestaciones: Está extendida la idea de que el cobro de una pensión significa recoger los frutos de las aportaciones realizadas por el pensionista a lo largo de su vida laboral. ¿Se consideraría, por tanto, justo recibir en forma de prestaciones un importe equivalente al de las aportaciones efectuadas, debidamente actualizadas? A este respecto, un pensionista, incluso después de las reformas recientes, recibirá, en promedio, entre 1,28 y 1,46 euros por cada euro aportado.
4. La dinámica de las cuentas del sistema de pensiones: Éstas obedecen a una ecuación en la que intervienen diversas variables: a) por el lado de los ingresos: número de cotizantes efectivos, bases y tipos de cotización; b) por el de los gastos: número de pensionistas y pensión media. Lo anterior, para un año concreto; la evolución de los ingresos y gastos va a depender de factores como el número de años de cotización, la edad de jubilación, los salarios y bases asociadas, la revalorización anual de las pensiones o la esperanza de vida.
5. La evolución de la situación relativa de las pensiones: El importe de la pensión media en España se ha incrementado un 33% entre los años 2007 y 2017, mientras que el salario medio ha crecido un 9%. A su vez, el IPC aumentó un 13% en el mismo período.
6. Comparación internacional: España es uno de los países de la OCDE donde mayor es el porcentaje de la pensión inicial respecto al salario último del trabajador que se jubila (82% en términos netos, frente al 63% de media en dichos países). Al igual que en el caso anterior, esto no significa decir que nuestros pensionistas disfrutan de inmejorables condiciones; simplemente son comparaciones con referencias usuales.
7. Las reformas de los años 2011 y 2013: La reforma del año 2011 introdujo una progresiva ampliación de la edad de jubilación mínima para alcanzar el 100% de la pensión, así como del período para el cálculo de la pensión. La de 2013 incidió en los factores de determinación y de evolución anual de la prestación, en una doble vía: incorporando las estimaciones de la esperanza de vida en el momento de fijar el importe inicial de la pensión; estableciendo una revalorización de las pensiones ligada a la situación presupuestaria del sistema, con un aumento anual mínimo del 0,25%. 
8. El destope de las bases de cotización: Una medida aparentemente sencilla sería destopar las bases máximas, es decir, que las cotizaciones sociales se aplicaran sobre los salarios reales percibidos por encima de los topes establecidos. Ahora bien, si paralelamente no se eleva el montante de las pensiones a percibir, se estaría actuando en contra del principio de contributividad.
9. Reformas estructurales: Hay muchas opiniones al respecto, pero no faltan quienes abogan por rediseñar el sistema articulándolo en tres pilares: i) prestaciones mínimas financiadas a través de impuestos para quienes no hayan podido acceder al segundo pilar; ii) pilar contributivo, respecto al que caben distintas opciones, como la introducción de un enfoque de aportación definida; iii) bloque complementario basado en los planes de pensiones privados, de empleo e individuales.
10. El sistema de cuentas nocionales: Se trata de llevar una contabilidad de las aportaciones realizadas a lo largo de la vida laboral, a las que se atribuye también una rentabilidad. Llegado el momento de la jubilación, el importe así determinado se convierte en una renta vitalicia. No obstante, el sistema seguiría siendo de reparto.

Como puede verse, el tema de las pensiones ofrece muchas caras y presenta abundantes aristas. Hasta no hace mucho, los debates se zanjaban aplicando una estrategia similar a la del doctor Pangloss, el célebre profesor de “metafísico-teólogo-cosmolonigología” de Voltaire, para quien estaba demostrado “que las cosas no pueden ser de otro modo: porque, estando hecho todo para un fin, todo está hecho necesariamente para el mejor fin”. Sin embargo, como el propio Cándido recordaba finalmente, “tenemos que cultivar nuestro huerto”.

(Artículo publicado en el diario “Sur”).

11 de mayo de 2018

Unicornios: entre el mito y la realidad

Un lector de una de las últimas entradas de este blog (condición que, a decir verdad, lo convierte en una especie casi tan rara como la del unicornio) me comentaba que se había quedado completamente desconcertado al encontrarse con la referencia al mitológico animal. No entendía la conexión entre la posible tenencia de un ejemplar de esas características, ya fuera en régimen de propiedad total o compartida, y la obtención de recursos financieros. No le parecía, en cualquier caso, muy apropiado asociar el elemento dinerario a la figura de un animal fabuloso ideado (“fingido”, según el Diccionario de la Real Academia Española) por los antiguos poetas. Ni siquiera aunque se pudiera pensar en un destino benefactor. Es cierto, el dinero y la poesía tienden a repelerse de manera natural. No obstante, ya el cantautor y poeta cubano Silvio Rodríguez puso precio al simple hecho de que alguien le aportara información para encontrar a su unicornio azul.

La alusión al “unicornio” en dicha entrada del blog en cierta manera buscaba ese efecto en un hipotético lector de connotaciones literarias y no financieras. Significaba una renuncia premeditada a la pauta autoimpuesta de tratar de que la información y la argumentación contenidas en un texto dirigido a un potencial público no especialista pueda ser entendible por cualquiera. Algunos de los testimonios recibidos, ya a lo largo de años, son indicativos de que, pese a esa orientación pretendidamente didáctica, no es tan fácil alcanzar el objetivo deseado. No es este el caso, como decía, de la incursión del concepto de “unicornio”, que solo pretendía provocar -en el supuesto (un tanto improbable hoy día) de que alguien no estuviera familiarizado con él- una inquietud por su aclaración.

La acepción fue acuñada en el año 2013, según recogía el diario Financial Times al declarar “unicornio” como palabra del año 2015, por Aileen Lee, fundadora de la empresa de capital-riesgo Cowboy Ventures. La imagen del unicornio fue elegida para describir compañías tecnológicas privadas valoradas en 1.000 millones de dólares o más. Según señalaba Jonathan Ford (Financial Times, 22-12-2015), quizás fueron los atributos de elusividad y deseabilidad, asociados a los unicornios, los que pudieron llevar a semejante equiparación.

Justificadamente o no, lo cierto es que las modernas criaturas surgidas en la fauna tecnológica han sido desde entonces objeto de estudio, atención e inventarización. Según las informaciones recogidas por el citado diario, en 2015 se computaban 145 unicornios y, en 2017, más de 40 en Europa. Más recientemente, CB Insights ha identificado 236 compañías de esa categoría, con una valoración económica agregada de 811.000 millones de dólares.

La relativa trivialidad que el boom tecnológico ha conferido a la cota de los mil millones de dólares ha propiciado la aparición de otro neologismo, el de “superunicornio”, para hacer referencia a proyectos valorados en 100.000 millones de dólares (sic) o más. Otros neologismos recogidos por Financial Times (18-12-2016) son los siguientes: “My Little Pony” (una ‘start-up’ valorada en $10 millones o más), “Centauro” ($100 millones) y “Quinquagintacorn” ($50.000 millones).

Ahora bien, como la experiencia demuestra, la pertenencia a un club, por muy selecto que sea, no garantiza que ese estatus quede garantizado de por vida. Así, no faltan los ejemplos de unicornios que han quedado descornados. Tanto es así que el glosario se ha ampliado para dar cabida a un nuevo vocablo, “unicorpse” (literalmente, “unicadáver”; tal vez, mejor, “unicorpore”… “insepulto”), definido como una compañía privada que anteriormente estuvo valorada en 1.000 millones de dólares o más, y que ahora vale mucho menos.

Pensándolo bien, tras este recorrido a lomos de estos animales tan impulsivos, que, hasta en su mínima expresión, se antojan monturas inalcanzables, puede ser más sensato contentarse con recuperar el caballito trotador que nos cantaba Serrat. Tras un momento de respiro, comprobamos que la pequeña noria que nos acompañó en la infancia hace tiempo que detuvo su marcha. Ahora, quieta en la penumbra, nos muestra el camino. Después de tanto girar y girar, seguimos en el mismo sitio.

1 de mayo de 2018

Cuando nadie nos ve

La asignatura se llamaba “Formación del Espíritu Nacional” (F.E.N.), con toda la razón denostada, aunque, a fuer de ser sinceros, era una auténtica maría. Con un importante matiz, podía serlo “ex post”, pero no “ex ante”. Y no puede decirse que fuera muy eficaz en el logro de crear una conciencia acerca de las excelencias del régimen. En plena época democrática, en cambio, resulta evidente que otras fórmulas curriculares -dotadas de transversalidad- han sido mucho más efectivas en el adoctrinamiento. Pese a todo, aquella disciplina obligatoria y reiterada en los sufridos cursos del bachillerato elemental tuvo también algunas externalidades positivas. Conocer la arquitectura institucional y política del régimen franquista fue de gran utilidad cuando llegó la hora de la reforma política, para poder identificar las estructuras que había que desmantelar y percibir el alcance de los cambios que se avecinaban.

Gracias al docente encargado de su impartición en el Instituto de Martiricos, Alfonso Miranda, investido de una imponente autoridad, descubrí el significado originario de una palabra, que, en su momento, me impresionó bastante y me hizo reflexionar. Con la gran solemnidad con la que reforzaba sus exposiciones en clase, nos explicó que el concepto de “persona” proviene del griego, “prósopon”, cuyo significado es máscara. A cada uno nos corresponde una máscara -nos explicaba- para desempeñar el papel que nos toca en la representación del gran teatro que, al fin y al cabo, es el mundo.

Aquel descubrimiento etimológico vino a ser una confirmación de la sospecha de que algunas personas no mostraban su verdadero rostro, así como un aliciente para tratar, desde entonces, de vislumbrar los verdaderos rasgos, ocultos tras los invisibles antifaces. Pese a esa inclinación de raíces infantiles, no puedo decir que los resultados obtenidos, a lo largo de décadas, hayan sido demasiado alentadores. Los errores de apreciación han sido continuos, en algunos casos mayúsculos. Las divergencias, los “gaps”, entre la percepción inicial de la imagen proyectada por la máscara y la realidad derivada de los hechos y comportamientos “a posteriori” observados han sido abrumadoras. En una escala continua entre -10 (máxima sobreestimación) y +10 (máxima subestimación), en la que el centro (0) representaría el ajuste pleno entre la creencia inicial y la creencia posterior tras la acumulación de experiencia, la nota media simple se adentraría bastante en terreno negativo. Más difícil sería calibrar la media ponderada a tenor de las diferencias en impacto de los distintos casos considerados.

Con tales antecedentes reconocidos, difícilmente podría haberme ganado la vida como ojeador. Eso no ha sido óbice para haber ido acumulando, a lo largo del tiempo, instructivas evidencias acerca de las pautas de comportamiento personal. Alguna vez he estado tentado de esbozar los rudimentos de una teoría al respecto, que supongo será algo trivial para los psicólogos. Aunque no me haya atrevido a hacerlo, eso no impide plasmar unos simples apuntes sobre los posibles factores explicativos de los referidos “gaps”. Pero ese breve análisis ha de partir de una constatación, la de que la máscara asignada en el reparto para participar en la función teatral no es del todo inmutable. Sin necesidad de pasar por el camerino, es modulable con relativa facilidad según las circunstancias del entorno y según los fines interpretativos. Los principales factores a reseñar serían los siguientes:

i. Si nos encontramos solos o en compañía.
ii. Si nos situamos o no ante el espejo.
iii. Si nos encontramos en el ámbito profesional o en el particular.
iv. Si participamos en una reunión familiar o de amigos.
v. Si estamos en presencia de superiores jerárquicos o no.
vi. Si intervenimos en presencia de pares o no.
vii. Si nos manifestamos en presencia exclusivamente de subordinados o no.
viii. Si la actuación concierne a una conducta regulada por la legislación o no.
ix. Si existen o no posibilidades reales de elección del comportamiento.
x. Si sabemos que estamos siendo observados o no.

De la relación anterior, meramente improvisada, destacaría un aspecto clave, por encima de todos: si, cuando llevamos a cabo una actuación, somos conscientes de que somos objeto de atención, en particular, por alguien que pueda tener una influencia en nuestra situación personal, patrimonial o profesional. Algunos significados episodios recientes y menos recientes del panorama nacional vendrían a respaldar esa tesis.

Así, a la hora de juzgar comportamientos ajenos puede ser un buen ejercicio hacer un repaso de  actuaciones personales, de carácter reservado, ya consumadas, y pensar cómo habríamos actuado de habernos situado bajo el ojo de una cámara de observación y registro: ¿ha pasado todo el dinero recibido y el pagado por el circuito de registro contable, y se han satisfecho, en su caso, las obligaciones tributarias devengadas en concepto de los impuestos directos?, ¿se han soportado los impuestos indirectos en todas las compras de bienes y servicios efectuadas?, ¿se han cumplido todas las obligaciones asociadas a la percepción de prestaciones públicas o al disfrute de servicios públicos?, ¿se han respetado las normas de circulación de vehículos, a motor o sin motor, y de peatones?, ¿se han reconocido las fuentes indirectas reales donde se han encontrado citas de autoridad?, ¿se ha comprobado que el firmante de una obra es su verdadero autor?, ¿se ha cuidado el uso de un bien de propiedad pública de igual manera que si se hubiese tratado de un bien propio?... 

En fin, aunque, ante una hipotética reencarnación, renunciara de antemano a convertirme en un “headhunter”, ello no obsta para que anhelara ser un emprendedor con una participación significativa en un “unicornio”. Sin duda, liquidaría la inversión en cuestión para destinar los recursos obtenidos a la constitución de una organización no lucrativa a la que solo accederían personas reclutadas fuera de los canales usuales de contratación. Se ofrecerían oportunidades de empleo a personas seleccionadas a partir de sus comportamientos y desempeños profesionales en público sin saber que están siendo estudiadas y evaluadas. A lo largo de los años he sido testigo de comportamientos ejemplares, espontáneos, en variados contextos, que me han impresionado, ya fueran de un camarero, de un enfermero, de un taxista, de un médico, de un deportista, de un transeúnte, de un jardinero o de un albañil. Han sido momentos en los que he lamentado no ser un magnate empresarial o, cuando menos, una especie de habilitado con la facultad de expedir un diploma de reconocimiento honorífico.

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